El otorongo puede medir hasta 1 metro 80 de largo, de los cuales 70 centímetros corresponden a la cola, su alzada es de 90 centímetros y llega a alcanzar los 180 kilos. Los machos son el doble de tamaño y peso que las hembras y los dos se alimentan de diversos vertebrados, incluidos peces, tortugas, roedores, caimanes y hasta tapíres. Por lo general no ataca al hombre y sólo lo hace para defenderse de los cazadores que los matan para proveer pieles al mercado negro o cuando los agricultores los expulsan al invadir sus tierras depredando el bosque tropical. De forma natural suelen vivir alrededor de 11 a 15 años en su hábitat y de 15 a 20 años en condiciones de cautiverio.
La gestación de las madres es de 93 a 110 días nacen de 2 a 4 cachorros que pesan de 700 a 900 g, son totalmente dependientes de su madre, por lo que permanecen junto a ella por dos años.
Población
En la actualidad, los otorongos han perdido dos tercios de su hábitat original en México y Centroamérica y un tercio en Sudamérica y es muy importante cobrar conciencia de que estos grandes felinos son indispensables para el mantenimiento de la integridad del ecosistema de la selva. Cualquier fluctuación de la población de otorongos tiene grandes consecuencias en otras poblaciones de animales como los armadillos, tapíres, muchas especies de herbívoros y una infinidad de pequeños animales e insectos. Entonces, como las variaciones en la población de herbívoros repercuten en las comunidades vegetales y en la configuración del bosque, tenemos que a fin de cuentas la eliminación de los otorongos afecta toda la vida en la selva.
La matanza descontrolada de otorongos debido a su piel trajo como consecuencia que entre 1946 y 1966 salieran del país unas 12,700 pieles de jaguar, es decir una cantidad de 650 jaguares por año. Este ritmo de exterminio se ha venido incrementando a través de los últimos decenios debido principalmente a la mejora en las tecnologías de caza. También por el acelerado nivel de deforestación que sufre la amazonía, depredando anualmente un área de unos 2,700 kilómetros cuadrados, donde podrían vivir un promedio de 115 individuos.
La especie se encuentra en estado de vulnerabilidad y en posible estado de peligro de extinción, si es que no se reduce la deforestación de los bosques tropicales y la caza indiscriminada por el tráfico de pieles.