Las chinchillas salvajes casi han desaparecido. Sin embargo, algunas raras observaciones (AE Brehm, 1864; Jiménez, 1995) permiten hacerse una idea de su morfología y su comportamiento. Las chinchillas domésticas heredaron las características de sus antepasados. Para más detalles, véanse los artículos de cada especie y variedad.
Estos roedores del tamaño de un pequeño conejo están perfectamente adaptados a su modo de vida en un hábitat hostil.
Comportamiento social
El hábitat de las chinchillas es la cordillera de los Andes, de hasta más de 4.500 m de altitud según la especie, en zonas rocosas desérticas. Antiguamente, vivían en grupos familiares de cientos de ejemplares, pero su rarefacción tiende a reducir más y más el tamaño de las últimas colonias conocidas de C. lanigera. Las hembras son más grandes que los machos, y son dominantes. Hay opiniones divergentes sobre su eventual monogamia.
Para comunicarse, emiten una variedad de sonidos y de pequeños gritos, y carrisquejos de dientes. Utilizan estos sonidos para expresarse, desde el trino reposado y cariñoso que hacen a una pareja potencial, hasta el ladrido fuerte y agresivo que hacen cuando se sienten amenazadas. Las crías suelen saludar a sus padres con un canto muy agudo, normalmente para indicar que tienen hambre. El primer estudio científico de los sonidos de las chinchillas en su ambiente social fue llevado a cabo por el Dr. Bartl en Alemania. Como están activas de noche, es habitual que hagan vocalizaciones en las primeras horas de la mañana.
Las chinchillas pueden liberar chorros de orina o una fuerte olor si son atacadas. Los conflictos entre ejemplares son raros si su hábitat es lo suficientemente grande.
Como pequeños herbívoros que son, las chinchillas son presas típicas. Sus pequeños incisivos de color naranja y sus patas con dedos parcialmente atrofiados (patas anteriores: cuatro dedos y un dedo atrofiado; posteriores, tres dedos y un dedo atrofiado) y dotados de garras muy cortas, no son suficientes para protegerlas.
Su defensa es huir, las patas posteriores, más desarrolladas que las anteriores y con cojinetes antiderrapaje, junto con una cola espesa y gruesa, les permiten ponerse a dos patas para observar a lo lejos, saltar al estilo de los canguros y trepar a las paredes rocosas para huir rápidamente ante el más mínimo indicio de peligro.
El pelo cae en forma de pelusas, y la cola se rompe fácilmente para permitir a las chinchillas huir de los raros predadores naturales que tienen ( aves de presa, zorros y martas).