Es una especie ligada a la historia y tradiciones del Perú: su imagen ha sido esculpida en piedras de templos prehispánicos y plasmada en ceramios y textiles. Además, el JAGUAR es protagonista de numerosos mitos y leyendas, que confirman la gran importancia que tuvo en épocas antiguas.
El hábitat de este felino comprende territorios que van desde México hasta Argentina, en altitudes no mayores a los 2,000 msnm. En el Perú, se pueden encontrar ejemplares de JAGUAR en toda la Amazonía, así como en los bosques tropicales de Tumbes y Piura. El fiero JAGUAR puede pesar hasta 150 kilos y medir casi 3 metros de largo, posee un robusto cuerpo recubierto de un pelaje corto y suave, de color blanquecino en el vientre y amarillento en el dorso, con abundantes manchas oscuras en forma de rosetas. Tiene cabeza grande, cola larga, espalda estrecha y patas cortas, que lo hacen un animal muy fuerte, pero al mismo tiempo poco veloz. Sin embargo, la poca velocidad del JAGUAR le ha hecho desarrollar otras habilidades como trepar árboles, ser un buen nadador y ser muy sigiloso a la hora de atrapar las presas con que se alimenta, entre ellas sajinos, venados, ronsocos, aves terrestres, tortugas, caimanes y peces, a los que suele capturar utilizando su cola.
Una buena alimentación es vital para la supervivencia del JAGUAR, por ello este felino dedica más de 12 horas al día a las labores de caza y pesca, de manera solitaria.
El JAGUAR es una especie poco sociales o afectivas: sólo se reúne con alguna hembra cuando ésta entra en celo. Realizada la fecundación y tras una gestación de 93 a 105 días, nacen de 1 a 4 crías en un lugar seguro en medio de la espesura del bosque o en un hoyo en la ribera del río.
Aunque no tiene enemigos naturales, en vista que se encuentra en la cima de la cadena a limenticia, el JAGUAR ha visto disminuir su población de manera drástica, debido al Hombre que lo caza furtivamente para traficar su piel y a la destrucción de los bosques en donde ellos se viven.