Ballena Azul PERU



Para el Perú el mar es un asunto primordial. Los cetáceos han estado presentes a lo largo de la historia peruana en los ceramios, textiles, mitos, leyendas y otras manifestaciones artísticas de culturas milenarias como Paracas, Nazca, Mochica y Chimú, donde se les rindió culto y respeto.

En Europa, durante el siglo XVIII, el aceite extraído del cachalote  fue usado como lubricante para motores de alta precisión y la fabricación de velas y lámparas para la iluminación de ciudades y puertos, antes que existiera la electricidad. Posteriormente, el ámbar gris, sustancia muy cotizada que se produce en el intestino del cachalote, fue usado en la industria cosmética como fijador de perfumes.........

En los siglos XIX y XX, los cetáceos fueron depredados en el Mar Peruano sin tomar en cuenta que encabezan la red trófica y que son los grandes reguladores del ecosistema marino. Uno tras otro los cetáceos de la costa peruana fueron exterminados. Primero fue la ballena azul (Balaenoptera musculus), después la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), luego el rorcual común (Balaenopetra physalus), la ballena Sei (B. borealis), el cachalote (Physeter macrocephalus) y la ballena Bryde (B. brydei).

En los años 50' del siglo pasado la flota Olympic Challenger del magnate griego Aristóteles Onasis, cazó frente a la costa peruana 2,000 ballenas azules , valoradas en ese entonces en US $ 1 millón cada una. La flota fue capturada por lo ilegal de su actividad y se le obligó a pagar una fuerte multa que nadie supo dónde fue a parar.

A fines de 1980 miembros de la organización ecologista Greenpeace realizaron una manifestación pacífica frente al Congreso de la República portando un gigantesco globo en forma de ballena, a manera de protesta contra el gobierno de turno por haber autorizado a la empresa japonesa Vic-Mar la caza de 165 ballenas del mar peruano...

Poco después se detectaron tres estaciones balleneras en tierra, una de ellas en la localidad de Tierra Colorada en Paita, la cual fue forzada a cerrar en 1982 por Greenpeace y grupos ambientalistas locales, quienes los intervinieron pacíficamente. Según registros extraoficiales entre 1968 y 1982 fueron cazados 15,470 cachalotes en el Perú; en el Pacífico Norte se estima que fueron cazados 290,000 ejemplares; y a nivel mundial, la cifra de cachalotes exterminados superaba los 30,000 individuos anuales, considerándosele por ello una de las especies más cazadas del mundo.

A partir de 1984 los cachalotes entraron en moratoria a nivel mundial, conjuntamente con otras especies de cetáceos, y hoy se encuentra protegida por la Convención Sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas y en Peligro de Extinción (CITES) que prohibe la caza de esta especie excepto para investigaciones científicas.

La depredación del cachalote ha alterado su estructura social y lo ha convertido en una especie en situación vulnerable, con todos los estragos que ello acarrea.

Hace 30 ó 40 años nadie hubiera pensado que los cetáceos cantan diferentes melodías, o que se comunican a miles de millas marinas, o que sería posible identificarlos por sus huellas corporales, o que cazan rodeando los cardúmenes con una cortina de burbujas que impide que los peces escapen, o que inmovilizan a sus presas emitiendo fuertes sonidos, o que realizan inmersiones tan profundas que harían colapsar los submarinos mas modernos... tenemos tanto que aprender de la naturaleza y todavía nos damos el lujo de destruirla.

Los cetáceos son objeto de admiración e inspiración para la humanidad. Se han escrito numerosas obras literarias, entre ellas Moby Dick, que narra la historia de un feroz cachalote blanco que tenía varios arpones clavados en su cuerpo y se defendía embistiendo a sus cazadores, destruyéndoles sus barcos.

Hoy, millones de personas que nunca han visto un cachalote, y que quizá nunca lo hagan, obtienen gran satisfacción por el simple hecho de saber que están vivos en los océanos, que respiran, y que son mamíferos de sangre caliente que, al igual que los humanos, amamantan a sus crías.

Sabemos que dichos valores no pueden medirse, pero sí deben respetarse y conservarse, y estar atentos porque las razones esgrimidas para su matanza no han cesado. Remover la válvula de seguridad que regula una de las formas mas avanzadas de vida en los océanos del mundo, puede tener consecuencias impredecibles.
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